En cualquier sistema de transmisión o distribución de energía eléctrica existen unas pérdidas asociadas al transporte y uso de la electricidad. El sistema peninsular no es una excepción y bajo el marco actual dichas pérdidas tienen un fuerte impacto en la factura del consumidor final. En este artículo analizamos brevemente las pérdidas del sistema y calculamos con un ejemplo práctico el coste real que acaba pagando el consumidor, tanto por las pérdidas en sí, como por los desvíos colaterales en los que inexorablemente se ve obligado a incurrir.
Introducción
No importa el nivel de desarrollo, los materiales o el diseño de un sistema de transporte de energía eléctrica, siempre habrá una fracción de energía generada que nunca llegará al consumidor final. Estas pérdidas pueden venir de muy diversas fuentes, aceptándose en el sector dos grandes grupos, las pérdidas técnicas y las pérdidas no técnicas. Las primeras son inherentes a la transmisión eléctrica mientras que las segundas agrupan las relacionadas al uso que el ser humano hace del sistema.
Cálculo de los coeficientes de pérdidas
Cada consumidor de energía eléctrica debe correr con el coste de las pérdidas asociadas a su consumo. El cálculo de la cantidad de energía que se ha perdido por el camino desde la unidad de generación hasta el punto de consumo se establece por ley en el RD 216/2014. En el ANEXO III de dicho documento se fijan los coeficientes de pérdidas de referencia para cada tarifa y periodo que son posteriormente ajustados a través de unos coeficientes de ajuste horario que periódicamente actualiza Red Eléctrica Española (REE). A través de sus sucesivas liquidaciones REE publica unos coeficientes estimados (Kest) que permiten recalcular los coeficientes de referencia publicados en el Real Decreto de la siguiente forma:
Hasta un año después del momento en que se produce el consumo de energía no se publica la liquidación definitiva (C5) y con ella el coeficiente KREAL, que permite conocer los coeficientes de pérdidas finales asociados a una tarifa y periodo.
Pérdidas y desvíos eléctricos
Tal y como comentábamos hace unas semanas en nuestra entrada de blog Desvíos en el sistema eléctrico: La visión del consumidor un consumidor debe comprar con antelación la energía que necesitará en un intervalo de tiempo futuro, incluyendo las pérdidas asociadas a dicho consumo. Por lo tanto, un consumidor necesita por adelantado conocer su consumo tanto aguas abajo del contador como aguas arriba del mismo. Es decir, necesita saber, antes de que el propio sistema lo haga, las pérdidas asociadas a su consumo, lo cual es directamente imposible y obliga al consumidor a incurrir en desvíos eléctricos que supondrán un coste adicional al asociado al consumo propio y a las pérdidas de las que ya debe hacerse cargo.
Caso práctico
Para visualizar las consecuencias de que las pérdidas sean asumidas por el consumidor y de que éstas además no puedan ser conocidas de antemano, analizamos a continuación un caso práctico. Estudiamos el consumo, las pérdidas y el efecto de la incertidumbre sobre éstas para un consumidor en tarifa 6.1A durante el año 2017, para el que las pérdidas definitivas se pudieron conocer tras la publicación del cierre correspondiente en enero de 2019.
Para este ejemplo supondremos que el consumidor conoce el consumo exacto para sus programas de compra y que utiliza los coeficientes de pérdidas más actualizados por REE en sus liquidaciones A1. En este supuesto, los desvíos en los que incurra el consumidor serán debidos únicamente a la parte de consumo aguas arriba del contador, es decir, a diferencia entre las pérdidas estimadas y las pérdidas finales.
En la siguiente figura se muestran los coeficientes de pérdidas estimados publicados por REE en las liquidaciones A1 y C5 (liquidación definitiva) para el año en cuestión. Como se ha comentado anteriormente los coeficientes A1 son calculados con anterioridad a la compra de energía y son los que la mayoría de los consumidores aplican a sus programas de energía para confeccionar su programa final de consumo elevado a barras de central (BC).
Analizando los coeficientes de pérdidas se observa como tienen una variabilidad horaria considerable, oscilando por lo general a lo largo del año entre 4-12%, siendo más elevadas en los meses más fríos del año. Llama la atención dicha variación verano/invierno, pero eso es ya análisis para otro artículo. A parte del ya de por si llamativo hecho de que los consumidores en esta tarifa (para otras tarifas los valores son muy superiores) tienen que comprar un 7.3% de media más de la energía que van a consumir, se suma el hecho de que las pérdidas estimadas y las pérdidas finales difieren para prácticamente cualquier hora del año. En la siguiente gráfica se representa la diferencia horaria entre los coeficientes iniciales y finales:
La variación entre la pérdida estimada y la pérdida final oscila entre -4 y 4% con una diferencia media anual que indica que las pérdidas estimadas son un 0.27% más elevadas que las perdidas finales. Sin embargo, los costes por desvíos en el sector eléctrico se calculan con granularidad horaria por lo que de acuerdo con lo mostrado anteriormente los consumidores se ven abocados sin remedio a incurrir en desvíos horarios que pueden llegar hasta el 5% de la energía consumida aguas arribas del contador.
Nuestro consumidor es comprador directo y nomina diariamente en el mercado OMIE. En 2017 la suma de sus programas y pérdidas horarias se muestran en la siguiente tabla:
Aun suponiendo que el consumidor conoce su consumo aguas abajo exacto para nominar en sus programas, debido a la incertidumbre de las pérdidas horarias a lo largo del año, habrá tenido unos desvíos que le habrían reportado unos gastos añadidos. Para el caso que nos ocupa, la suma de los desvíos horarios absolutos ha sido de 236 MWh, con un coste de 571€ para el cliente. Para más información sobre el cálculo del coste desvíos podéis consultar nuestro artículo al respecto en la entrada sobre desvíos.
El coste añadido de 571€ puede traducirse a un valor más común: 2.4c€/MWh nominado. Este valor puede parecer pequeño pero la importancia reside en que es un desvío al que el consumidor no tiene manera material de escaparse. Además, este valor hace referencia a un único consumidor de una tarifa determinada, pero cuando el problema se extiende a todos los usuarios de la red, el coste de estos desvíos crece sustancialmente.
De los aproximadamente 252 TWh de demanda eléctrica total del sistema elevada a barras de central durante 2017, 55.3 TWh se demandaron a través de tarifas 6.1*. Descontando a grosso modo la parte correspondiente a pérdidas, se consumieron cerca de 51 TWh aguas abajo del contador en tarifas 6.1. Aplicando el ratio de 2.43c€/MWh se obtienen costes por desvíos asociados a la incertidumbre sobre el valor de las pérdidas sólo en esta tarifa cercanos a 1.1 M€.
Con este ejemplo práctico queremos resaltar por un lado el elevado coste de las pérdidas eléctricas para el consumidor y por otro lo injusto que resulta que además de dicho coste el consumidor deba correr con los desvíos asociados a la incertidumbre de las pérdidas del sistema. Nos juntamos a las voces del sector que en recientes artículos han clamado ya la injusticia del actual sistema de reparto de los costes de las pérdidas, su excesiva repercusión sobre el cliente final y la indefensión e impotencia a la que el consumidor está sometido.
El problema no es reciente y no parece que haya habido muchas mejoras en los últimos años. La evolución de las pérdidas en el sistema eléctrico español (datos del banco mundial) muestra como en los últimos 30 años no ha habido mejorías y nos situamos en valores de pérdidas similares a los que había en la década de los 80. Las mejoras tecnológicas, tanto para optimizar el transporte eléctrico como para detectar el uso fraudulento de la red, deberían verse reflejadas en una reducción de los coeficientes medios de pérdidas, pero no lo está haciendo. Los esfuerzos deben materializarse en reducciones de los coeficientes medios de pérdidas, acercándonos a valores de países vecinos como Francia (6.34%) o Italia (6.99%).
Es posible que en los próximos años los coeficientes se reduzcan debido al desarrollo del autoconsumo y de la generación distribuida, que acercarán el origen de la energía al punto de consumo. En paralelo, otras tecnologías relacionadas con la inteligencia artificial ayudarán a optimizar el transporte y reducir las conexiones ilegales a la red.
Sin embargo, hoy el consumidor final ya carga a sus espaldas con unos costes regulados excesivos y unas pérdidas de las que no es responsable. Mientras las mejoras tecnológicas llegan, otras opciones más inmediatas deben ponerse en marcha hoy mismo. Una, por ejemplo, pasa por empezar a compartir los costes tanto de las pérdidas en sí como de los desvíos asociados a ellas entre todos los agentes, de forma que no recaigan, como todo, en el lado del consumidor.
*Datos recogidos de los archivos medbcdem de las correspondientes liquidaciones C5 publicadas en el portal de datos de REE (https://www.esios.ree.es/es).
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