España tiene en sus manos el poder llegar a jugar un papel importante en el mercado de gas europeo en los próximos años. La puesta en marcha del mercado organizado MibGas desde diciembre del pasado año puede marcar un antes y un después en el modelo de precio de gas en la península, especialmente cuando dicho mercado alcance mayor madurez y liquidez, con la voluntad de ser la referencia de precio de gas del sur de Europa. A partir de octubre, los agentes estarán obligados a realizar sus balances en el mercado, lo que sin duda aumentará en parte la participación, representando un pequeño paso más hacia esta visión.

Sin embargo, todo este modelo puede tener un mayor o menor recorrido a futuro en función de un aspecto totalmente físico, como es la interconexión de España y Portugal con el resto de Europa. A día de hoy, por todos es sabido que la península Ibérica continúa actuando como una isla energética, sin posibilidad de poder aprovechar su capacidad real por falta de infraestructuras.

Las principales importaciones de gas a España se centran en Argelia, Nigeria y Qatar, tanto a través de gaseoducto, como a través de las 7 plantas regasificadoras existentes. Actualmente, alrededor del 45% del gas importado es a través de GNL, lo que encarece el precio del producto final (por los costes de licuefacción, transporte y regasificación), haciendo que España y Portugal pierdan competitividad respecto al resto de Europa.

Según el Ministerio de Industria, Energía y Turismo, la capacidad total de importación de España con las infraestructuras existentes podría situarse en 92 bcm (22 bcm de los cuales por tubería con Argelia), más de 3 veces el consumo anual del país. Sin embargo, la caída del consumo de gas en los últimos años, el cierre de muchas cogeneraciones y la falta de interconexión con el resto de Europa, han impedido que España pueda sacar partido de dicha infraestructura, con muchas regasificadoras totalmente infrautilizadas.

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Por su posición geográfica y por la diversidad en su suministro, España podría actuar como un importante agente dentro del mercado energético europeo, especialmente enfocado a mejorar la seguridad y diversidad en el suministro, objetivo clave para Europa, que mantiene todavía un tercio de su suministro procedente de Rusia, un 40% de éste a través de Ucrania.

No obstante, la interconexión actual de España con Francia se limita a una capacidad de unos 7.2 bcm/año por el País Vasco (Irún) y Navarra (Larrau), tras la finalización de la estación de compresión por Irún el año pasado. Por esa razón, la Unión Europea estableció ya en 2013 como un Proyecto de Interés Común, la construcción de un nuevo gaseoducto entre Francia y España, esta vez a través de Cataluña, el denominado MidCat. Este proyecto permitiría duplicar la capacidad de interconexión con Francia de los 7.2 bcm actuales a 14.3 bcm/año. El objetivo no es más que mejorar la seguridad energética de la Unión Europea ante las continuas crisis generadas por el conflicto gasista entre Ucrania y Rusia.

Todo empezó el 4 de marzo de 2015, cuando tuvo lugar la denominada Declaración de Madrid, en la que el presidente de la Comisión Jean-Claude Junker, el Comisario de Acción por el Clima y Energía Miguel Arias Cañete, los presidentes François Hollande, Mariano Rajoy y el primer ministro Pedro Passos Coelho, y el presidente del Banco de Inversiones Europeo Werner Hoyer se reunieron para impulsar las interconexiones de electricidad y gas entre los respectivos países. El impulso más importante al proyecto MidCat tuvo lugar más tarde, en octubre, cuando se decidió impulsar la primera fase del proyecto, de presupuesto 480 millones de euros, correspondiente a un total de 235 km de tubería desde Hostalric, pasando por Figueres, a Le Perthus y de allí conexión con Barbaira (cerca de Carcassone) en el lado francés. Del total, 160 m€ irían destinados a los proyectos en el lado español, gestionados por Enagas, mientras que 320 m€ corresponderían al lado francés, gestionado por TIGF. Tranport et Infrastructures Gaz France (TIGF) es el gestor de infraestructuras de gas en Francia, propiedad de un consorcio formado por el operador italiano Snam (45%), el fondo soberano de Singapur GIC (35%) y EDF (20%).

Posteriormente, se llevaría a cabo la segunda fase, con el objetivo de alcanzar las capacidades objetivo, cuya inversión total es mucho mayor, de 3.000 millones de euros. Todo ello con el objetivo inicial de su puesta en marcha a partir de 2020.

En el lado español, por tanto, los proyectos contemplados son los siguientes:

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Enagas

¿Qué ha pasado desde entonces?

En abril de este año se volvió a llevar a cabo un nuevo empuje al proyecto, cuando la Comisión Europea notificó que destinaría 5,6 m€ para costear la mitad del importe de los estudios para la ejecución del proyecto (1,5m€ en España y 4,1m€ a Francia). Entonces ya se empezó a hablar de una previsión de puesta en marcha más tardía, a partir de 2021-22, un par de años después de la fecha inicial prevista.

Por el lado español se ha avanzado en la construcción. El tramo de Hostalric a Figueres está ya construido. Sin embargo, por el lado francés la incertidumbre se está adueñando del proyecto. A nivel constructivo apenas se ha avanzado, y las últimas declaraciones de la Commission de Regulation de l’Energie (CRE) no han hecho más que incrementar estos temores.

Este pasado mes de junio, la CRE ponía en duda en unas declaraciones la necesidad de llevar a cabo el proyecto MidCat, argumentando que no permitiría el aumento de la seguridad de suministro y lo único que conllevaría es un sobrecoste en los precios de los consumidores franceses. Bajo el entorno de mercado actual, con una demanda de gas estable en Europa y exceso de capacidad, defienden que el proyecto no queda justificado. El coste del proyecto es muy elevado, especialmente teniendo en cuenta la segunda fase todavía por lanzar, mientras que España ya dispone de una capacidad de regasificación que le podría permitir adquirir el GNL suficiente para su abastecimiento.

Por otro lado, no comparten el criterio de la Comisión Europea en la destinación de los fondos para llevar a cabo la inversión entre países. La CRE defiende que dicha asignación debería realizarse en función del beneficio esperado del proyecto para cada parte, con el fin de apoyar financieramente en mayor medida a quien obtenga menor retorno de ésta. En los últimos años, España apenas ha exportado gas a Francia, sino que el sentido del flujo en la interconexión ha sido mayoritariamente de importación de gas procedente de Francia.

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Consecuentemente, el futuro de este proyecto está ahora encima de la mesa. Desde Europa aún no se han manifestado al respecto, mientras que la voluntad desde España es continuar con la ejecución del proyecto para poder cumplir con el plazo previsto.

El compromiso por ambas partes es fundamental para garantizar que, un proyecto como éste de ámbito europeo, cuyos objetivos traspasan nuestras fronteras, pueda tirar adelante, sin crear incertidumbres en los agentes implicados o en las inversiones asociadas al sector gasista en estos momentos. Esperamos continuar viendo avances para que el MidCat acabe siendo una realidad, que permita tanto a España como a Portugal formar un poco más parte del mercado europeo, reduciendo las limitaciones competitivas que históricamente hemos ido arrastrando.

Susana Gómez | Energy Consultant

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