En línea con el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima 2021-2030 donde el Gobierno ha elaborado un nuevo marco normativo a las renovables y una estrategia nacional de autoconsumo entre otros, el consejo de ministros ha aprobado la semana pasada la Estrategia de Almacenamiento Energético. En este blog vamos a comentar los aspectos fundamentales de la normativa y cómo impactará la misma en la evolución de los mercados.

Como ya sabemos, los sistemas de almacenamiento conceden al sistema flexibilidad y estabilidad. Sobre todo, con una mayor participación renovable como la que se espera donde la incertidumbre y la variabilidad juegan un papel importante.

Los sistemas de almacenamiento, además, son elementos claves para garantizar la transición a una economía más limpia y una optimización del uso de renovables. Evitando así la pérdida de energía que dejamos de utilizar cuando la capacidad es superior a la demanda. Energía que podríamos usar, por ejemplo, en horas cuando no haya sol o no sople el viento, abaratando de esta manera también su precio.

Figura: Evolución proyección renovable en España. Fuente: Elaboración propia.

Es necesario por tanto contar con sistemas de almacenamiento, entonces ¿por qué se han impulsado tan poco? ¿Cuáles han sido las barreras para evolucionar en esto?

  • Coste: La barrera principal es el coste inicial. Aunque poco a poco van disminuyendo. Además, hasta ahora no se ha incentivado la inversión ni pública ni privada.
  • Regulación:
    • Bajo los regímenes regulatorios actuales, competir con los generadores convencionales no ha sido del todo viable.
    • La clasificación actual del almacenamiento como activo de generación, a pesar de que no puede proporcionar un flujo neto positivo de electricidad. Esto implica que se les aplica la doble imposición.
    • Otro de los problemas ha sido que no ha existido un procedimiento establecido para conectar el almacenamiento a la red eléctrica.

¿Cuáles serán los aspectos a destacar de esta nueva estrategia?

La Estrategia, con perspectiva a largo plazo, analiza el sistema energético de manera íntegra. Define una serie de medidas para el correcto despliegue del almacenamiento energético y su plena integración en el sistema actual, e identifica los puntos en los que se debe centrar la investigación y desarrollo para disponer de las tecnologías necesarias. También analiza los retos a los que se enfrenta y las oportunidades que plantea su desarrollo, en especial en la cadena de valor.

En primer lugar, el plan prevé disponer de una capacidad de almacenamiento total de 20GW en 2030 y 30GW en 2050, contando con los 8,3GW de capacidad disponibles hoy en día. En los dos casos se tiene en cuenta tanto el almacenamiento a gran escala (centrales termo solares) como el distribuido, que se refiere a instalaciones pequeñas de generación. También el aprovechamiento de la energía disponible en el parque de vehículos eléctricos.

Además, esta estrategia incluye diez líneas de acción y 66 medidas que abarcan aspectos como:

  • La participación del almacenamiento en el sistema eléctrico.
  • La economía circular o comunidades energéticas para generar espacios de participación ciudadana. Provisión de materias primas y componentes básicos, fabricación y desarrollo de tecnologías, prestación de todo tipo de servicios.
  • El impulso del hidrógeno renovable.
  • Formación de profesionales para profundizar en la Transición Justa. Medidas como la promoción de proyectos de almacenamiento en territorios en los que se pueden aprovechar sus recursos endógenos. Reduciendo el impacto socioeconómico de los cierres de las centrales térmicas, minería o nucleares.
  • El desarrollo de nuevos modelos de negocio, como la segunda vida de las baterías.
  • La eliminación de trabas administrativas para facilitar iniciativas y proyectos.
  • Impulso del I+D+i

¿Qué tipo de tecnologías van a entrar en juego?

El plan agrupa un amplio espectro de tecnologías de almacenamiento. Desde las más maduras, como pueden ser las centrales hidráulicas de bombeo, que impulsan agua para almacenarla en depósitos a gran altura y la liberan para producir electricidad cuando hay alta demanda.

Por supuesto, también tiene en cuenta a las baterías, que son especialmente relevantes tanto por su aplicación en el sector de la movilidad eléctrica como en sistemas de autoconsumo. Importante también su aplicación a gran escaña mediante hibridación con plantas de generación renovable.

Han tenido en cuenta también los sistemas de almacenamiento térmico, usados en centrales termo solares, donde se almacena calor en tanques de sales fundidas a alta temperatura para posteriormente emplearlo en la generación eléctrica. En este caso se permite adaptar la producción a la demanda.

Por último, incluyen también sistemas más innovadores como el hidrógeno renovable, que representará un papel fundamental en la reducción de emisiones.

La creciente penetración de las energías renovables, en especial, la eólica y la fotovoltaica, aumentará la necesidad de flexibilidad en el sistema energético. El almacenamiento de energía, en combinación con otras medidas, es la vía idónea para afrontar este desafío y garantizar una seguridad continua de suministros de energía en cualquier momento. Así que, por ahora el reto al que nos afrontamos está claro, las oportunidades también y el marco de actuación también. Un gran avance disponer del marco de trabajo, ahora tocará ver cuál será ahora la vía de integración y la implantación del mismo.

Sonia Díaz | Energy Consultant

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