De todos es conocido que China ha ejercido una gran influencia en el comportamiento de la economía mundial en la última década, al ser uno de los principales países emergentes, líder en crecimiento industrial mientras el resto del mundo sucumbía a la crisis de 2008. El impacto que una brusca desaceleración del gigante asiático tendría sobre el resto del mundo se entiende bien al recordar que su PIB representa el 16% de la riqueza mundial. El Banco Central Chino ha intentado frenar este escenario, a base de fomentar las inversiones en el país, recortando los tipos de interés pero también intentando frenar la burbuja especulativa creada por 90 millones de pequeños inversores que sólo hacían que apalancarse en un mercado continuamente al alza.

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Chinese GDP evolution (Source: World Bank)

Desde inicios de este año, las expectativas de crecimiento aumentaban, alimentadas por el Gobierno chino altamente intervencionista, llegando a valores por encima de los que justificaban los fundamentales de la economía. Finalmente, la burbuja estalló este pasado mes de Julio, al publicarse las primeras noticias sobre una desaceleración económica más acusada de lo esperado. Las nuevas publicaciones de la Oficina Nacional de Estadística de China (NBS) sobre el PIB hablaban de un crecimiento en la franja del 7%. Todo ello, incrementó las dudas entre los inversores, altamente apalancados, sobre la continuidad del apoyo por parte del Banco Central a las inversiones realizadas en el país.

El colapso de la bolsa china en Julio sacudió los mercados de valores de todo el mundo, poniendo en jaque la capacidad de la economía china para poder retomar su crecimiento de años anteriores. El Gobierno llevó a cabo varias iniciativas con el objetivo de frenar la caída de la economía, entre ellas sucesivas devaluaciones de su moneda, el yuan.

La situación de desaceleración de la economía china está dando lugar a una caída de las expectativas de demanda de las principales commodities. China es el primer demandante de materias primas, especialmente metales, pero también cereales y combustibles fósiles, como el petróleo y el carbón.

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El Índice de Commodities de Standard & Poor’s Goldman Sachs, que mide los cambios de precios de los productos agrícolas, metales y de energía que se negocian en mercados de futuros estadounidenses, ha sufrido su mayor caída de los últimos 5 años, tal y como se puede ver en el siguiente gráfico:

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Source: Bloomberg Business Markets

La combinación de un superávit mundial en la producción de materias primas y las expectativas de una desaceleración de la demanda china está debilitando los precios, arrastrándolos a sus mínimos históricos de los últimos 6 años. Adicionalmente, la devaluación del yuan ha supuesto también un duro golpe para las importaciones de las principales materias primas, pues en su mayoría se valoran en dólares, por lo que un yuan más débil aumentará el coste de las importaciones para los compradores en China.

En lo que respecta al sector energético, el impacto está siendo el siguiente:

  • Petróleo: La desaceleración de la economía china ha sido uno de los factores detonantes de la caída del precio del petróleo experimentada desde Julio, pues China sigue siendo el segundo mayor consumidor de crudo mundial, tras Estados Unidos. Aunque el país ha incrementado su capacidad de refino en estos últimos años y las previsiones de demanda publicadas por la IEA (Agencia Internacional de Energía) pronostican un aumento del 4,1% para 2016, las expectativas de una contracción en la economía han incentivado la nueva caída de los precios.

Desde Magnus hemos seguido como las sucesivas noticias sobre la demanda china han despertado la volatilidad en el mercado, provocando movimientos diarios de ±5% y hasta 10%, que van más allá de lo justificable por los drivers del mercado.

Recientemente trascendió la noticia de que China estaría creando su propio contrato de derivados de crudo, con el objetivo de que el yuan se convierta en el patrón principal de intercambio dentro del mercado mundial de materias primas. De ser así, podría representar la tercera referencia mundial en el precio del petróleo después del Brent y el WTI.

  • Carbón: La demanda de carbón en China durante 2014 descendió ya un 2,3%, aunque su consumo siguió representando la elevada cifra del 31,3% del total mundial. Los precios del carbón, que viven sus mínimos históricos de los últimos 12 años, no están alentando el consumo pues China está cambiando su política medioambiental y su modelo productivo, del industrial al sector servicios.

China puso en marcha en noviembre de 2014 un plan para combatir la polución, tomando como principal medida la reducción de la participación de las plantas de quema de carbón en su mix energético (actualmente suponen un 70% del mix) en pro de otras tecnologías como el gas natural, nuclear, eólica, solar e hidráulica. La producción de carbón cayó en Agosto un 2,6% respecto al mismo mes del año pasado, después que el Gobierno ordenara el cierre de varias plantas para reducir la polución, como parte de los eventos para conmemorar el final de la Segunda Guerra Mundial.

La desaceleración de la economía china no hace más que incrementar el desfase mundial entre oferta y demanda. Esta situación agrava especialmente a los principales exportadores enfocados al mercado asiático, como es el caso de Australia, cuyas empresas mineras están sufriendo por poder mantenerse en pie.

  • Gas: Quien sufrirá el mayor impacto en la reducción de la demanda de gas en China serán los países exportadores de gas natural que suministran actualmente al país. Entre ellos destacan Turkmenistan, Qatar y Australia. Algunos miembros de la OPEP (Kuwait e Iran) para asegurarse la cuota de mercado asiática han empezado a aplicar descuentos en los suministro de gas del próximo año.

En comparación con otras commodities, China representa únicamente el 5,4% del consumo mundial de gas natural, por lo que su impacto es menor relativamente. Por otro lado, la disminución del consumo de carbón a favor del gas natural está manteniendo los niveles de entrada.

Las expectativas de crecimiento de China marcarán en adelante la evolución de gran parte de las commodities, derivando en nuevos niveles de precios de equilibrio de mercado. El impacto sobre el carbón y el petróleo, e indirectamente sobre el mercado gasista y de electricidad, será menor en comparación.

En Europa, como importadores netos de materias primas, este escenario nos es beneficioso. A nivel energético, el mayor impacto lo sufriremos por la influencia en el precio del crudo. Mientras dependamos en gran proporción de contratos a largo plazo indexados al petróleo con los países productores (en España representa aproximadamente el 50% del gas consumido), la influencia será directa en el precio del gas e, indirectamente, en electricidad.

No obstante, la desaceleración de la economía china puede acabar arrastrando a una situación de recesión del crecimiento global, en un momento en el que gran parte de los países desarrollados están intentando salir de sus crisis. China debe volver a ganarse la confianza de los inversores y para ello debe contar con un crecimiento más equilibrado y robusto. En adelante deberemos estar atentos a las nuevas acciones en este sentido por parte del Gobierno chino, pero también a políticas como la retrasada posible subida de intereses en Estados Unidos, cuyas consecuencias podrían suponer un desafío aún mayor.

Susana Gómez | Energy Consultant

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