El pasado miércoles giró en torno a la esperada comparecencia de Theresa May sobre el “hard brexit” en Lancaster House, Londres. Ayer volvió a comparecer ante la prensa en Davos, diciendo que “el Reino Unido debe aceptar que el camino que afronta será incierto” y que “las negociaciones del Brexit serán duras“. Asegura que “el Brexit no es un intento de diezmar a la Unión Europea“, y defiende el papel de su país en el libre comercio.

Sin embargo, centraremos el reporte en su comparecencia anterior.

La primera ministra fue implacable en sus declaraciones, que sonaron más bien como un ultimátum a la Unión Europea. Dejó claro que el Reino Unido abandonaría el mercado único con o sin acuerdo. Además, la primera ministra enfatizaba en el hecho de que no llegar a un acuerdo comercial con las islas “sería un desastroso acto que infligiría daño a ambas partes de la negociación”.

A continuación, amenazaba con reducir tasas impositivas y convertirse en un paraíso fiscal para atraer a multinacionales e inversión extranjera. Guy Verhofstadt, negociador del Parlamento Europeo para el Brexit , calificaba esa estrategia como una táctica contraproducente y dañina para los ciudadanos de su país.

May ve en Europa un aliado comercial, si las negociaciones en torno al artículo 50 no caen en saco roto. Sin embargo, su discurso dejó entrever que están listos para irse si ese no fuera el caso, y que no estarían dispuestos a aceptar un mal acuerdo para el Reino.La primera ministra se comprometió además a someter a votación parlamentaria el acuerdo con la UE (hecho al que los analistas atribuyen la apreciación repentina de la libra).

A continuación, enumeró una lista de 12 prioridades de su gobierno para las negociaciones con la Unión, que giraron en torno a los siguientes puntos:

  • Recuperar el control de sus fronteras, ya que los niveles de migración son la causa de presión añadida en los servicios públicos.
  • Liberarse de la jurisdicción del tribunal de justicia europeo, con el fin de “tener el control de nuestras propias leyes”.
  • Dejar de permanecer a la unión aduanera, pero tratar de obtener un acuerdo como miembro asociado.
  • Pretende dejar de contribuir con cuantiosas sumas al presupuesto de la Unión, y sólo pagar hacia programas específicos que sean de su interés.
  • Recalca sus intenciones de buscar un acuerdo de libre-comercio nuevo, comprensible y ambicioso con Europa. También abre la puerta a más relaciones comerciales con otros países al margen de la unión.

Tras el discurso, la libra esterlina obtuvo ganancias del 3% frente al dólar y del 2% frente al euro. Los mercados vieron firmeza a la vez que incertidumbre en las declaraciones de May y las bolsas europeas contuvieron pérdidas tras el acontecimiento.

Restarían incógnitas por determinar, como la afectación que tendría en el mercado de derechos de emisiones la salida de su principal comprador y lo que significaría para los objetivos de reducciones de emisiones en Europa. O también, la incertidumbre del proyecto de mercado único de energía, y cómo quedaría Escocia (con probabilidades aumentadas para un segundo referéndum) dentro de este contexto.

Lo que queda claro es que May pretende llevar a cabo su plan inicial, sin reparar demasiado en las consecuencias . Su objetivo es obtener un Brexit “a medida”, y teniendo en cuenta el contexto político frágil actual en el que se encuentran los líderes de la Unión, no querrán ponérselo fácil ni transmitir una imagen de inseguridad. Eso nos deja con cierta inestabilidad política y un camino bastante difuso a nivel legislativo y comercial.

Hay que evaluar todos los posibles escenarios de una consecución del Brexit, y esque Escocia podría iniciar un segundo referéndum si se produjera. De ser exitoso, afectaría sobremanera al mercado energético inglés, dado que buena parte del suministro y yacimientos se sitúan en esa zona. El hub de gas NBP ha seguido una senda de precios alcista desde el referéndum del Brexit en Junio de 2016, y si se complican los acuerdos comerciales, parte de éste mercado podría verse afectado y ello traducirse en precios más elevados. Sin embargo, del 38% de importaciones de gas de Europa, la mitad provienen de Noruega y Rusia, y ello podría mitigar el efecto. Nuevos cargamentos de GNL podrían suplir las carencias resultantes del conflicto comercial con los países europeos, pero a un precio más elevado.

La libra sin duda se vería afectada de manera negativa ante una fuga de capital de La City de Londres y los traders perderían confianza en una economía enfrentada a guerras comerciales con sus vecinos en Europa. Ante esto, el euro vería su paridad con la libra apreciada y ello resultaría en un incremento parcial de su valor frente a otras divisas (al margen de lo que decida el Banco Central respecto a las políticas monetarias expansivas).

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