
La energía nuclear lleva 70 años desempeñando un papel clave en la producción de electricidad continua, segura y sin emisiones de CO₂. Sin embargo, en 2019, España decidió establecer un calendario para el cierre progresivo de sus centrales nucleares entre el 2027 y 2035, comenzando por la de Almaraz.
Esta decisión abre la puerta a muchas preguntas: ¿Cuál es el propósito de este plan? ¿Habrá suficiente producción renovable como para sustituir a la nuclear? ¿Qué sucederá con los precios de la electricidad? ¿Cómo cambiará el panorama energético sin una fuente firme como la nuclear? ¿Existen alternativas viables?
Este blog busca responder a esas preguntas, aportar contexto y, sobre todo, invitar a una reflexión crítica sobre el presente y el futuro del sistema eléctrico español.
¿Cuál es el peso de la energía nuclear globalmente?
Cuando hablamos de energía nuclear, es fácil imaginar que se tratan de grandes centrales que emiten mucho humo, pero… ¿Cuánto peso tienen a nivel global? ¿Y por qué tantos países la siguen utilizando o incluso quieren ampliarla?
Comencemos por los datos. Actualmente, hay 440 reactores nucleares en funcionamiento y 66 más en construcción, en 32 países, según datos de la World Nuclear Association. En cuanto a la producción, en 2024 la energía nuclear generó un total de 2.694 TWh a nivel mundial, lo que equivale aproximadamente al 10,5% de la electricidad producida en el mundo ese año, según datos del Foro Nuclear.
Esto deja claro que, lejos de desaparecer, la energía nuclear sigue teniendo un papel fundamental en los planes energéticos de muchos países.
Fuente: Creación propia con datos de WNA (2025).
En la Unión Europea, la energía nuclear también juega un papel relevante en el mix energético. Francia lidera ampliamente esta fuente de generación, con 57 reactores en operación que producen más del 60% de su electricidad.
Otros países también apuestan firmemente por esta tecnología, como Finlandia, con 4 reactores que generan el 43% de su electricidad; Hungría, también con 4 reactores que aportan el 49%; y Eslovaquia, que opera 5 reactores y obtiene de ellos el 61% de su generación eléctrica.
¿Y en España?
Actualmente, operan 7 reactores nucleares ubicados en:
Fuente: Foro Nuclear (2025).
Según el Informe de Resultados Nucleares del 2024 del Foro Nuclear, estas centrales generaron 52.390 GWh, lo que representó el 19,98% de la electricidad producida en el país. No es una cifra menor: la energía nuclear lleva 13 años consecutivos ocupando en torno al 20% del sistema eléctrico español.
Fuente: Foro Nuclear con datos de REE (marzo 2025).
Pero… ¿Por qué tantos países siguen apostando por ella?
La respuesta tiene que ver con su papel en la transición energética. Muchos países consideran que la energía nuclear no puede excluirse del mix energético, al menos en el corto y medio plazo. ¿Por qué? Porque no emite CO₂ durante su operación, produce energía continuamente y contribuye a estabilizar los precios y el suministro.
En la Unión Europea, a través del Pacto Verde Europeo, adoptado en 2019, se ha marcado como objetivo alcanzar la neutralidad climática para 2050, es decir, reducir al máximo las emisiones contaminantes. En este contexto, mantener la energía nuclear es vista por muchos Estados miembros como una herramienta clave para lograr ese objetivo.
Prueba de ello es que, en 2022, durante las votaciones de la llamada “taxonomía verde”, el sistema que clasifica qué inversiones son consideradas sostenibles en Europa, se incluyó oficialmente a la energía nuclear como una fuente verde. A pesar de que España votó en contra, la medida fue aprobada y entró en vigor en 2023.
Además, durante la COP28 celebrada en Dubai en diciembre de 2023, un total de 31 países firmaron para triplicar la capacidad nuclear mundial de aquí a 2050, reconociendo su papel crucial en la lucha contra el cambio climático y en la transición energética, especialmente mientras maduran las energías renovables y las tecnologías de almacenamiento.
Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP28). Fuente: Wikipedia.
España, sin embargo, no se sumó a este acuerdo.
Pero… ¿Por qué? ¿Cuál es el objetivo detrás del cierre progresivo de las centrales nucleares? Teniendo en cuenta que el periodo clave se sitúa entre 2027 y 2035, es fundamental comprender la estrategia que impulsa esta decisión.
El objetivo detrás del cierre de las nucleares
El cierre progresivo de las centrales nucleares forma parte del Plan Nacional Integrado de Energía y Clima 2021-2030, más conocido como PNIEC, el documento estratégico con el que el país busca avanzar hacia un modelo energético sostenible.
Este plan está alineado con el marco europeo del Pacto Verde Europeo y responde a los compromisos asumidos en el Acuerdo de París, el tratado internacional adoptado por 195 países en la COP21 celebrada 2015, cuyo objetivo es limitar el calentamiento global mediante la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero.
La Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático en París 2015 (COP21). Fuente: Wikipedia.
En concreto, lo que propone el PNIEC es la construcción de un sistema energético seguro, limpio y eficiente, con una fuerte apuesta por la energía renovable como pilar central del mix energético. El documento establece compromisos clave para 2030 como:
- Reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en un 23% respecto a 1990.
- Alcanzar un 42% de energía renovable en el consumo final.
- Lograr que un 74% de la electricidad provenga de fuentes renovables.
- Disminuir la dependencia exterior del 74% al 61%.
Si se alcanzan estos objetivos, España estaría en una posición sólida para cumplir su meta de largo plazo: reducir al menos un 90% de las emisiones para 2050 y consolidarse como uno de los países pioneros de la UE en materia de transición energética.
Para lograr los objetivos, el cierre de las nucleares se plantea en el documento como un paso necesario. La idea es sustituir progresivamente esta fuente por unos sistemas de almacenamiento energéticos avanzados, la digitalización de las redes eléctricas y el impulso de las renovables.
Aun así, el plan ha generado un amplio debate. Las fechas clave del cierre de los siete reactores cada vez son más próximas, y surgen dudas sobre si realmente se podrá garantizar la seguridad del suministro sin las nucleares, sobre todo teniendo en cuenta que en los últimos 13 años cerca del 20% ha sido parte de la electricidad consumida del país.
Fuente: Foro Nuclear. (2024). Calendario de cierre de las centrales nucleares de España.
Sin embargo… ¿Qué tiene de negativo la energía nuclear? ¿Y qué ventajas ofrece?
Como comentábamos anteriormente, la energía nuclear presenta algunas ventajas clave: no emite CO₂ a la atmosfera, tiene la capacidad de generar electricidad constantemente durante décadas y lo hace independientemente de las condiciones climáticas, como la falta de sol o viento. Además, su coste de producción es relativamente bajo, ya que una pequeña cantidad de uranio puede generar una gran cantidad de energía.
Por ese motivo, muchos países la consideran una gran herramienta para la lucha contra el cambio climático y la reducción de la dependencia exterior de combustibles fósiles como el gas o el petróleo.
Central nuclear de Dukovany, República Checa. Fuente: Wikipedia.
Sin embargo, no todo es positivo, la energía nuclear también tiene características negativas: La producción eléctrica mediante energía nuclear produce residuos radiactivos que pueden ser nocivos para la salud humana y el medio ambiente. Su gestión requiere de sistemas de almacenamiento muy seguros, y su conservación debe estar garantizada. Aunque los accidentes nucleares son poco frecuentes, episodios como Chernóbil (1986) o Fukushima (2011) demostraron que, cuando ocurren, sus consecuencias pueden durar décadas.
En España, el único centro autorizado para almacenar residuos radiactivos de baja y media actividad es El Cabril, ubicado en la provincia de Córdoba. Esta instalación ha sido, durante décadas, el pilar del sistema nacional de gestión de residuos radiactivos. En ella se almacenan no solo los residuos procedentes de las centrales nucleares, sino también los generados por hospitales, centros de investigación e industrias, provenientes de más de 1.000 instalaciones radiactivas distribuidas por el país.
Instalación de almacenamiento de residuos radiactivos sólidos de El Cabril. Fuente: Consejo de Seguridad Nuclear
El Cabril cuenta con un sistema de confinamiento mediante celdas de hormigón, junto con un sistema de filtrado que impide que la radiactividad se libere al exterior. Posteriormente, estos almacenes están destinados a ser sellados y sepultados bajo tierra, garantizando su aislamiento a largo plazo.
Además, aunque el uranio sea un elemento natural, no es renovable. Por este motivo, países que no lo producen, como España, dependen de las importaciones de países como Kazajistán, Canadá o Rusia.
Un sistema sin nucleares. ¿Estamos realmente preparados?
Recordemos que, según el PNIEC, España prevé prescindir de la energía nuclear en 2035. Sin embargo, no está del todo claro que esto pueda lograrse sin dificultades.
Es cierto que el despliegue de las energías renovables avanza con fuerza, no obstante, el resto del sistema no evoluciona al mismo ritmo.
La implementación de tecnologías de almacenamiento energético sigue siendo limitada, y la modernización de las redes de transporte y distribución eléctrica aún presenta grandes retos. Uno de los principales obstáculos es la falta de un marco regulatorio sólido y de incentivos económicos claros, lo que ha frenado la inversión en proyectos de almacenamiento energético. Esto dificulta la capacidad del sistema para absorber y gestionar de forma eficiente toda la energía renovable que se está incorporando.
Además, el apagón del 28 de abril de 2025, que afectó a España, Portugal, Andorra y parte del sur de Francia, volvió a abrir el debate sobre la capacidad de respuesta del sistema eléctrico español ante eventos críticos. Un ejemplo claro de esta debilidad es la interconexión eléctrica con Francia que, según el PNIEC, España mantiene una capacidad de interconexión inferior al 3%, cuando el objetivo para 2030 es alcanzar el 15%. Esta baja interconexión limita gravemente la capacidad de exportar o importar electricidad en momentos de emergencia y pone en duda la estabilidad del sistema si se elimina una fuente firme como la nuclear.
A la vista de este panorama, la gran pregunta es:
¿Qué escenario energético podríamos encontrar?
Si llegamos a 2035 sin energía nuclear en el sistema eléctrico y sin haber alcanzado los objetivos de almacenamiento y modernización de la red, podríamos enfrentarnos a un escenario complejo. La desaparición de las centrales nucleares implicaría la pérdida de aproximadamente el 20% de la potencia firme del sistema, que actualmente garantizan estas plantas activas en el país.
En este contexto, es probable que España aumente su dependencia de las centrales de ciclo combinado, es decir, de la quema de gas natural para producir electricidad, especialmente en momentos en los que el sol o el viento no producen lo necesario. El problema es aún mayor, ya que el gas es más caro y, además, emite CO₂, lo que no solo encarece la electricidad, sino que también obliga al país a pagar más derechos de emisión a la Unión Europea.
Según diversos estudios, esta situación podría provocar un aumento del precio de la electricidad del 23% para ciudadanos y pymes, y hasta el 35% para consumidores industriales. Esta subida afectaría directamente a la competitividad de España frente a otros países europeos que mantienen una base energética más estable y diversificada, encareciendo los costes para la industria y reduciendo su atractivo como destino para nuevas inversiones.
Por otro lado, se intensificaría la dependencia energética exterior, en particular con Francia, cuya electricidad proviene en más de un 60% de fuentes nucleares. En un escenario en el que España no cuenta con sus propias plantas nucleares, podría verse obligada a importar electricidad nuclear desde el país vecino, siempre que logren ampliar las interconexiones. Esto generaría una gran paradoja: cerramos nuestras propias centrales nucleares, pero acabamos comprando esa misma energía a Francia, lo que nos haría indirectamente dependientes de la misma energía que hemos decidido abandonar.
Si el objetivo es reducir las emisiones y la dependencia exterior, los escenarios mencionados parecen apuntar en la dirección contraria.
¿Existen alternativas al cierre nuclear?
Ante los posibles riesgos de prescindir por completo de la energía nuclear en 2035, no son pocos los expertos del sector energético que plantean alternativas o, al menos, propuestas que ayuden a evitar un escenario crítico.
Una de las principales propuestas es la revisión del calendario del cierre de las plantas nucleares entre 2027 y 2035, dándole un nuevo enfoque. No se trata de depender de la nuclear para siempre, sino de permitir que nos acompañe durante la transición energética, mientras se desarrollan sistemas de almacenamiento de energía renovable y se refuerza la red eléctrica. Esto permitiría garantizar la estabilidad del sistema eléctrico y, a largo plazo, desmantelar progresivamente las centrales que ya no sean necesarias, sin comprometer la seguridad del suministro.
Otro aspecto fundamental es la revisión de la carga fiscal que soporta el sector nuclear en España, una de las razones que más peso está teniendo en su inviabilidad económica. Según un estudio de PwC, la fiscalidad sobre el parque nuclear ha aumentado un 70% en los últimos cinco años, y se estima que entre 2025 y 2035 más del 40% de los costes estarán ligadas a impuestos y tasas.
Fuente: Evolución de la carga impositiva de las centrales nucleares en millones de euros anuales. La Gaceta (2025).
Una de las principales es la llamada Tasa Enresa, que grava la producción nuclear para financiar la gestión de residuos y el desmantelamiento de las instalaciones al final de su vida útil.
Esta tasa se calcula en función del número de reactores operativos, por lo que el reciente anuncio de que Almaraz no pedirá ampliar su vida útil más allá de 2030 podría tener un efecto dominó: al reducirse el número de reactores activos, el reparto de costes aumentará para las demás, encareciendo su operación y acelerando su cierre al hacer inviable su mantenimiento.
También emergen soluciones tecnológicas, como los reactores modulares pequeños (SMR), un proyecto en el que apuestan por ella algunos países como España, Francia, Polonia, Rusia, China y Estados Unidos una tecnología nuclear más compacta, flexible y segura que la convencional. Aunque siguen generando residuos radiactivos, lo hacen en menor cantidad y están diseñados para reducir costes, aumentar la seguridad del suministro y adaptarse mejor a un sistema energético más limpio y distribuido.
Y si hablamos de innovación, no podemos dejar fuera el proyecto ITER (Reactor Experimental Termonuclear Internacional), en el que participa países como Francia, Reino Unido, Rusia, China y Estados Unidos. Se trata del proyecto de fusión nuclear más ambicioso del mundo, cuyo objetivo es demostrar que es posible generar energía limpia, segura y prácticamente ilimitada imitando el proceso que ocurre en el interior del sol. Si tiene éxito, podría cambiar por completo el panorama energético mundial en las próximas décadas.
Otro proyecto muy interesante que se está desarrollando en China es el primer reactor de torio experimental, también conocido como proyecto MSR (Molten Salt Reactor). Se trata de una tecnología avanzada que utiliza torio como combustible en lugar de uranio, lo que ofrece una alternativa más limpia y segura.
El torio es un material radiactivo más abundante que el uranio y con un ciclo de vida radiactiva más corto. Mientras que los residuos del uranio pueden tardar más de 10.000 años en descomponerse, los del torio se estabilizan en unos 200 a 400 años. Aunque sigue siendo un periodo largo, representa una mejora considerable desde el punto de vista medioambiental.
Además, el torio se aprovecha mejor energéticamente y tiene un punto de fusión superior al del uranio, lo que la hace más estable y reduce el riesgo de accidentes. China ha apostado por combinar este material con sales fundidas como refrigerante, lo que permite que, en caso de fallo, la mezcla se solidifique rápidamente sin liberar residuos peligrosos.
Este reactor, denominado TMSR-LF1, está ubicado en Gansu y se encuentra en fase de prueba y validación. Se espera que su planta comercial en proceso de construcción, ubicada en el desierto de Gobi, esté operativa en 2029. El objetivo a largo plazo del país es replicar esta tecnología para reducir su dependencia del carbón y avanzar en la descarbonización de su economía.
Una última reflexión
Sabemos que España se enfrenta a un hecho clave en la historia energética del país. Apostar por las renovables es el camino correcto, no obstante, es importante saber enfrentarla de forma que vivamos una transición ordenada y evitemos una llena de incertidumbre.
El cierre de las nucleares forma parte del plan nacional para descarbonizar el sistema energético. Sin embargo, alcanzar los objetivos del PNIEC sin comprometer la seguridad del suministro requerirá una ejecución impecable: con una infraestructura de redes sólida, sistemas de almacenamiento eficaces y una planificación que garantice la estabilidad del sistema.
De lo contrario, existe el riesgo de dar un paso atrás en competitividad, sostenibilidad y autosuficiencia energética.
Por ese motivo, quizás la pregunta no es si debemos cerrar las nucleares, sino:
¿Estamos preparados para hacerlo ahora? ¿Qué opinas tú?
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