
El cambio climático es uno de los principales retos para las sociedades a nivel mundial. Los esfuerzos y acuerdos alcanzados en las diferentes negociaciones en la lucha contra la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) desde 1992, en la Cumbre de la Tierra en Río de Janeiro, no han sido suficientes y se han caracterizado por ser poco ambiciosos. Así, la Convención Marco de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC) no ha conseguido consensuar un acuerdo que permita cumplir con el objetivo de limitar el incremento de la temperatura en 2ºC.
Contexto actual: Recuperación Económica vs. Emisiones
Nos encontramos en una época de comienzos de salida de la crisis económica, iniciada en 2008. Dicha recuperación a nivel mundial podría suponer un aumento en la actividad industrial, y con ello un incremento notable de emisiones. Ante este hecho, el gran reto a nivel internacional es desacoplar el desarrollo económico del incremento de las emisiones contaminantes. Para ello se debe desarrollar, junto al conocimiento tecnológico, mejora de la eficiencia energética y conciencia social, un sólido acuerdo entre los países en materia de política medioambiental. A este respecto, cabe señalar que, a pesar de los aparentes poco exitosas negociaciones sobre el clima, según datos del BP Statistical Review de 2015, desde hace un par de años se está viendo un claro desacople entre el crecimiento del PIB mundial (3,3% en 2014) y el aumento del consumo de energía (+0,9% en 2014). Esto puede llevar a que en un futuro próximo logremos asegurar un crecimiento con tasas de consumo energéticos menores.
En este contexto tendrá lugar el vigesimoprimer encuentro de los países miembros del Marco por el Cambio Climático de la Naciones Unidas: La Cumbre de París (COP21). Dicho evento, se celebrará del 30 de noviembre al 11 de diciembre de 2015, en la ciudad de París. El principal objetivo es alcanzar un acuerdo global más ambicioso en la lucha contra el cambio climático que los alcanzados hasta la fecha. Para ello, los países asistentes han enviado sus propuestas a modo de contribuciones nacionales (unas más ambiciosas que otras) para mitigar el cambio climático. Planes que tendrían efecto a partir de 2020.
Razones para pensar en un acuerdo global
Pocas Cumbres del Clima han despertado tantas expectativas. A pesar de que existen diferencias importantes en el grado de ambición de los planes de los diferentes países participantes, también encontramos factores que invitan al optimismo de poder llegar a un acuerdo que lleve a reducir las emisiones y poder así cumplir con el objetivo principal de la Cumbre: mantener el incremento de las temperaturas por debajo de los 2ºC.
Comparativa de los Objetivos de Emisiones establecidos por los Distintos países

Las políticas domésticas por parte de los protagonistas claves de la próxima Cumbre de París, como son Estados Unidos, China o la Unión Europea, van encaminadas a mitigar las emisiones de CO2. Recientemente, en una reunión entre los líderes de Estados Unidos y China (“US China Joint Announcement on Climate Change”), dichos países anunciaron algunos compromisos de cara a la lucha contra el cambio climático. Estados Unidos ha declarado tener la intención de reducir sus emisiones entre un 26-28 por ciento (respecto a 2005) para 2025. Por su parte, el país asiático ha afirmado que, para 2030 incrementará la participación de combustibles no fósiles en su consumo de energía primaria en un 20 por ciento. Además, si miramos la intensidad de emisiones por unidad de PIB, China posee uno de los planes más ambiciosos a nivel mundial: reducirlas en un 54 por ciento. Por su parte, la Unión Europea ha reforzado su compromiso de descarbonización, acordando reducir sus emisiones en un 32 por ciento (respecto a 2010) para el año 2030.
Lo mencionado anteriormente significa que, los países responsables del 50 por ciento de las emisiones globales están preparados para alcanzar un acuerdo en París, o al menos tienen la voluntad de cumplir con los objetivos marcados.
Por otro lado, nos encontramos en una época de precios de combustibles fósiles en niveles históricamente bajos. Respecto a la producción y de cara al futuro, esta situación generará desincentivos a la inversión en este tipo de tecnologías. Y es que cuando los precios del petróleo disminuyen para muchos inversores es mejor dejar el combustible en la tierra que explotarlo (el coste marginal a corto plazo de producir es mayor al ingreso marginal). En general, unos precios bajos sostenidos en el tiempo (como se espera que suceda en los próximos años) desincentivará la inversión y llevaría a decidir no desarrollar un recurso tan costoso. Los precios del petróleo se encuentran en mínimos históricos. Las causas del desplome experimentado desde junio de 2014 se deben principalmente a la sobreoferta existente en el mercado. Se espera que dicho exceso de producción no disminuya en los próximos años; los países miembros de la OPEP no reducirán su producción y existen datos que muestran como las reservas en EE.UU aumentan cada mes. Por su parte, los precios del carbón también se han hundido, la caída en las importaciones del combustible más contaminante por parte de China (el mayor consumidor de carbón del mundo y responsable de aproximadamente el 50 por ciento de la demanda mundial) ha sido el principal factor bajista. La batalla que libra el país asiático contra las emisiones y el fomento a tecnologías renovables ha hecho que su demanda caiga un 31% en lo que llevamos de año. Esta tendencia hacia políticas más respetables con el medio ambiente se puede extrapolar a otros países industriales, con lo que se esperan mayores caídas en la demanda del carbón.
Evolución del precio del petróleo Brent ($/bbl)

Coal Price ($/tn)

Con respecto al consumo, evidentemente con precios bajos existe incentivo a consumir productos provenientes de combustibles contaminantes. No obstante y de cara a la lucha contra las emisiones, los bajos niveles de precios del petróleo pueden representar una oportunidad para que los gobiernos eliminen o reduzcan los subsidios (o incrementes impuestos) de los productos derivados de este combustible. Esto ya lo están llevando a cabo muchos países, entre ellos China, que ha incrementado los impuestos en el consumo de petróleo en tres ocasiones en los últimos meses.
Además, la caída de los precios del petróleo también podrá facilitar la siempre controvertida fiscalidad ambiental. De hecho, muchos de los países invitados a la Cumbre de París introducen objetivos de impuestos ambientales en sus propuestas. Si bien es cierto que no se espera llegar a un acuerdo de fiscalidad ambiental global, Estados Unidos tiene pensado implementar, antes de finalizar el año, impuestos ambientales. De llevarse a cabo, este hecho podría actuar como desencadenante para otros países.
Existen, por tanto, escenarios y voluntad por parte de los principales países industriales para mitigar el cambio climático. Unos estándares más estrictos de las economías, a través de impuestos ambientales e inversión en tecnologías más eficientes, impactará de forma negativa en la demanda de combustibles fósiles. Además, el recientemente publicado informe anual de prospectiva energética global de la Agencia Internacional de la Energía, el World Energy Outlook, prevé que las fuentes renovables predominarán, superando al carbón como principal recurso a inicios de la década de 2030.
En resumidas cuentas, si bien es cierto que en la actualidad todavía existen divergencias en las políticas ambientales de los países, existen factores que nos llevan a pensar que un acuerdo para la reducción de emisiones de CO2 es posible. En la Cumbre de París veremos si esto se puede lograr para así poder despejar el camino hacia una economía más sostenible.
Enrique Battistini | Energy Consultant
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