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Desde principios del s. XIX la humanidad ha afrontado continuos cambios de paradigma a través de las llamadas revoluciones “industriales”. Cambios cada vez menos espaciados en el tiempo y menos duraderos. Una realidad que amenaza los negocios tradicionales por las continuas zancadas tecnológicas.
A finales del s. XVIII la primera revolución industrial mecanizó la fabricación. La segunda revolución industrial, también conocida como revolución tecnológica, introdujo la producción en masa gracias a la amplia utilización de la maquinaria, la introducción de la electricidad y las comunicaciones eléctricas, y una reducción de distancias debido a la mayor cobertura del ferrocarril. La tercera nos ha barrido como un huracán. La revolución digital con la introducción del uso de equipos digitales para controlar y automatizar los procesos de fabricación.
Sin embargo, estemos al corriente o no, estamos ya entrando en la cuarta revolución industrial, aquella que introduce las tecnologías digitales en toda la cadena de valor. Y promete ser más rápida e incisiva que las precedentes.
Así como la industria actual está basada en la automatización y la simplificación de los procesos gracias a la tecnología digital, la industria a la que estamos yendo, se centra en el equipo inteligente, que puede interactuar en combinación y tomar decisiones en tiempo real, de manera experta y con mucha información introduciendo el concepto de inteligencia artificial en este sector también
En nuestro día a día leemos ya sobre la capacidad de conectividad y comunicación digital, el Internet de las Cosas (IoT) a nivel doméstico e industrial, el Big data, Blockchain etc… y sus efectos sobre la sociedad van encaminados a la interoperabilidad, descentralización, la orientación al servicio personalizado, y la redefinición de la industria y de los servicios tal y como la conocemos.
¿Qué supone este cambio de paradigma?
Los mercados eléctricos tal y como los conocemos son, con sus virtudes y defectos, el resultado de un modelo jerárquico y centralizado. Donde el flujo va de la generación al consumo a través del transporte y distribución.
De la misma manera, los precios tienen esa misma premisa y por lo tanto día a día tenemos ajustar al máximo nuestras previsiones de demanda y generación para que un operador de sistema ajuste la infraestructura y un ente gubernamental que regule el flujo de capital. Un proceso claramente centralizado y que requiere la validación de Macro Operadores.
Es importante empezar a reflexionar sobre los posibles efectos que podría tener en el sector en el que estamos. La velocidad de los cambios a venir podrían crear grandes dificultades a aquellas que no sean capaces de cambiar al mismo ritmo. Las empresas tienen que transformarse digitalizando la manera en la que operan sus negocios.
El modelo tradicional de ‘Yo doy un servicio y tú consumes’ también está evolucionando. Los clientes buscan a las empresas energéticas como un «partner», en lugar de ser sólo un proveedor de servicios de la energía de menor precio. Y a medida que se abran más los mercados de energía, la competencia sólo se intensificará.
Lo que estamos viendo ya en otros ámbitos, serán una realidad en el mercado energético. Servicios real-time y altamente personalizados como UBER, Airbnb, servicios de internet (los tiempos de respuesta, la posibilidad de saltarse a los intermediarios y la posibilidad de personalizar las ofertas nos sorprenden día tras día).
El sector energético, con la interconectividad, la aparición de instrumentos de almacenaje y el autoconsumo, afronta retos importantísimos:
- Retos Estructurales. De una realidad jerárquica y centralizada pasaremos a la generación distribuida. El flujo de energía no vendrá solo de las fuentes tradicionales. Cualquier hogar con capacidad de almacenar y generación podrá convertirse en un proveedor. La característica de nuestra red modificará la actual relación de dependencia con las grandes fuentes de generación tradicionales. La competencia de las grandes eléctricas se multiplica.
- Retos de Mercado. El cambio estructural llevará a un cambio en el modo en el cual consumimos y generamos. Todo ello llevará indudablemente a la revisión del actual sistema de configuración de precios. Hoy en día el precio €/MWh para España viene definido por un balance diario de toda la oferta y toda la demanda de manera centralizada por el Operador de Mercado. Sin embargo, la generación distribuida nos podría llevar (en el caso más exremo) a un precio en real-time por cada punto de suministro. ¿Por qué el precio de la electricidad en un polígono industrial de Barcelona tiene que ser el mismo que el que paga un usuario doméstico en Puerto Llano (Ciudad Real)? Los precios podrían estar ligados a nuevas variables (parque de vehículos eléctricos, parkings, población…)
- Retos legislativos. Esta nueva revolución lleva a la descentralización y por tanto sobrepasa las fronteras. ¿Cómo se aplican las tasas y los gravámenes? ¿Qué me impide comprar en mercado mayorista alemán sin tener que sufrir la carga de sus costes regulados? Los clientes/proveedores ya no estarán supeditados a una realidad geográfica. Los gobiernos y las entidades reguladoras deberán establecer nuevos marcos regulatorios (como es el caso de UBER en ámbito del transporte)
- Nuevas áreas de negocio. Se redefinirán los actuales servicios de compañías eléctrica, asemejándose cada vez más a los servicios “responsive” y altamente personalizados que hacen las empresas de telecomunicaciones. La comunicación Proveedor-cliente será la base para la supervivencia de las actuales comercializadoras. Éstas solo podrán sobrevivir entendiendo muy bien y gestionando en tiempo real los patrones de consumo de su portfolio para optimizar todavía más sus portfolios en mercados mayoristas.
- Complejidad en los servicios. La aparición de nuevos competidores y servicios más personalizados llevará a añadir más complejidad en los servicios retail, tal y como hemos visto en la telefonía. LA necesidad de implementar tecnología en el desarrollo de las Smart grids llevará a posibles fusiones de empresas de telecomunicaciones con empresas energéticas. La relación cliente-comercializadora cambiará y el Social Media tomará relevancia en esa relación. Aparecerán cada vez más plataformas y Marketplaces para comparar servicios. La tecnología Blockchain podría abrir las puertas al comercio de energía peer-to-peer donde uno podría escoger a quien le compra la energía y a qué precio.
¿Cómo preparar mi negocio, estamos a tiempo?
El error más grande es pensar que no va a suceder. ¡Ya está sucediendo!
Podemos ver por todas partes que la digitalización está ya en nuestro día a día. El mejor ejemplo lo tenemos en las telecomunicaciones e internet con su capacidad de personalizar servicios. Si la empresa no ha definido todavía un plan, una ruta, un objetivo, es momento de hacerlo. Las compañías eléctricas tienen que definir donde está su futuro digital y cuál va a ser su cliente y su oferta. Esperar a que suceda puede suponer una clara pérdida de competitividad o hasta perder la oportunidad de adaptarse al cambio.. La competencia puede venir de otros países y de otros sectores, con lo que no vale ver que están haciendo tus competidores actuales.
La digitalización no significa invertir solo en tecnología, sino en un cambio de mentalidad que debe llevar a reconsiderar el sentido de un servicio. La gestión de la información va a ser la clave de ello. No tanto el volumen que sean capaces de obtener como de utilizar las herramientas adecuadas para dar valor a los datos de los usuarios y hacer el cambio a un entorno más de “tiempo real”.
¿Cuánto tiempo tenemos?
Si la tercera revolución industrial se ha dado por finalizada a 10 años de su inicio, no es descabellado pensar que esta nueva revolución pueda ser una realidad en 5 a 7 años (Eso nos lleva a 2022-2024).
La digitalización nos está llevando a un mayor nivel de interconexión y al auge de una economía o consumo colaborativo. Los usuarios decidirán el rol que desearan tomar en cada momento (vendedor o comprador) en un sistema que le permitirá hacerlo. El movimiento del consumo colaborativo supone un cambio cultural y económico en los hábitos de consumo marcado por la migración de un escenario de consumismo individualizado hacia nuevos modelos potenciados por los medios sociales y las plataformas de tipo peer-to-peer (red-entre-pares o red-entre-iguales).
Estamos viendo ejemplos de cambios drásticos en sectores tradicionales provocados por la llegada de evolución tecnológica. Todavía hoy no somos capaces de sentenciar hacia donde irán los cambios del sector eléctrico, sin embargo, obviar que van a suceder sería un error y no hacer nada por adaptarse sería todavía peor. ¿Está tu empresa preparada para afrontar este tipo de retos?
Alejandro de Roca | Operations Director
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