El próximo 8 de noviembre no va a ser sólo la elección del candidato Democrático o Republicano para el Gobierno de Estados Unidos, será también el punto de partida del nuevo escenario energético para la próxima legislatura de uno de los principales protagonistas mundiales. Los mercados financieros ya están mostrando señales de incertidumbre y nerviosismo. Las encuestas muestran mínimas diferencias entre los dos partidos, sin embargo, la respuesta de los mercados a un presidente como Trump o Clinton es muy diferente.
En un momento de gran cambio en los EE.UU. y en el panorama energético mundial, Hillary Clinton y Donald Trump han hecho campaña en plataformas energéticas y climáticas muy diferentes. La visión de Clinton de convertir a Estados Unidos en una «superpotencia de energía limpia» incluye un plan energético enfocado al clima que buscará continuar la transición hacia un sistema energético de bajo carbono. Por el contrario, el «America First Energy Plan» de Trump rechaza la importancia del cambio climático y aprovecha la explotación de más recursos energéticos internos -con énfasis en el carbón, el petróleo y el gas natural- y se concentra en revertir la regulación gubernamental.
Un debate que llega en un momento muy delicado donde la transición global hacia un futuro sostenible está más que presente. Lo que está claro es que el debate sobre la energía está lejos de terminar, más allá del resultado final.
El actual panorama energético mundial está cambiando dramáticamente. Las principales causas incluyen:
- el aumento de la producción de petróleo y gas de esquisto de EE.UU (fraking)
- El declive de la industria del carbón
- El actual entorno de bajos precios del petróleo y los cambios en el mercado mundial del petróleo y el gas
- La rápida transformación del sector de la energía eléctrica impulsada por las nuevas tecnologías, los modelos de negocio y los incentivos políticos
- Y los esfuerzos en curso para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero para cumplir y conformar los objetivos mundiales de gestión del cambio climático.
¿Qué proponen los candidatos?
REPUBLICANOS: En sus discursos enfatiza la importancia de incluir en su política exterior el objetivo de hacer de América un actor dominante en el mundo sin tener muy en cuenta los vigentes acuerdos internacionales.
La explotación de las reservas de Shale-gas/Shale-oil forman parte importante de su compromiso en el desarrollo energético y anuncia que intensificará su actividad. En esa línea, está también a favor de construir la controvertida conexión de Keyston entre los pozos de petróleo de Alberta (Canadá) y Estados Unidos.
Otro punto importante tiene que ver con el carbón autóctono. Estados unidos tiene unas reservas probadas de 19.000 millones de toneladas según la EIA (Energy Information Administration) y debido a la caída del consumo doméstico y la falta de interés por los mercados internacionales, la industria del carbón está sometida a una gran crisis por un claro escenario de sobreoferta.
A pesar de todo lo anteriormente expuesto, aboga por la energía limpia, pero solo como parte adicional de su capacidad de generación. Sin embargo, su programa no respalda los acuerdos internacionales pues plantea cancelar la participación de Estados Unidos en los acuerdos de la COP-21 (Cumbre de Paris) y cancelar todas las tasas dedicadas a los programas de Calentamiento Global.
DEMOCRATAS: Al contrario de Trump establece, como principal objetivo, unirse al acuerdo de Cambio Climático de París y promete desarrollar la energía renovable tanto en ámbito regulatorio como en proyectos. A través de la modernización de las redes de transmisión y una reforma de los subsidios para contribuir a este plan energético sostenible. La principal duda reside en la falta de un sólido plan financiero para apoyar la aplicabilidad de este programa. Sin un precio o tasa sobre las emisiones de dióxido de carbono, todos los fondos deberían ir a cargo de la deuda pública (algo claramente imposible). Todo ello hace que los discursos de Clinton se tomen como meras promesas al aire.
Este cambio a un modelo sostenible y renovable es una oportunidad para reconvertir el sector minero en crisis. Anuncia un plan de 30.000 millones de dólares en subsidios para la reconversión de este sector.
Como era de suponer, se opone diametralmente a la implantación de la interconexión entre Canadá y Estados Unidos tal y como aboga el partido republicano a través de Donald Trump.
Clinton, por otro lado, pretende implementar regulaciones de fracking más estrictas. Está de acuerdo en el desarrollo de esta industria siempre y cuando la región o estado no esté en contra, cuando no suponga emisiones de metano o contaminación de aguas y siempre y cuando la industria explique qué elementos químicos exactamente están utilizando. Esto no deja prácticamente ninguna opción para explotar el suelo americano.
El presidente Obama declaró en septiembre de este año que EE.UU. ratificaría los acuerdos del cambio climático de París (COP 21). Clinton quiere ir más allá y asegura que con 10 años en el cargo, habrá suficiente generación de energía renovable para alimentar cada hogar en Estados Unidos.
Europa y la Política energética americana:
Sea cual sea el partido ganador de las elecciones, Estados Unidos tiene importantes intereses en el escenario energético europeo. Desde la revolución del shale en USA, el mayor consumidor de hidrocarburos se ha vuelto energéticamente independiente. Y no sólo eso, también uno de los mayores exportadores de petróleo y gas mundial.
Con esta posición los EE.UU. está utilizando cada vez más el petróleo y el gas como una herramienta de política exterior, profundizando su participación en un juego de alto riesgo de oleoductos que van desde Rusia a Israel a Turquía e incluso a Siria.
Ello abre una nueva “guerra fría” con Rusia. Uno de los temas más importantes en los que EE.UU. está interesado es en romper la gran dependencia europea del gas ruso.
Lo que implica un agresivo posicionamiento contra el propuesto gasoducto Nord Stream 2 de Rusia, que reorientaría el gas en torno a Ucrania expandiendo el actual Nord Stream 1, que corre bajo el mar Báltico hasta Alemania. Queriendo interrumpir el proyecto del oleoducto ruso hacia Alemania (Nord Stream 2). Los objetivos de este posicionamiento son:
- By-pasar Ucrania desestabilizándola económicamente
- Mantener el monopolio de gas ruso sobre una parte significativa de Europa
Source: BBC News
Ello dejaría fuera de juego al gas americano en la lucha por cuota de mercado de una de las regiones más demandante de gas en el mundo. Hay un claro interés comercial en ello, pero EE.UU. también esgrime el alto riesgo de seguridad de suministro para Europa al tener una alta dependencia del mercado Ruso.
Source: BBC News
Sin embargo, hay otro proyecto de gran interés para asegurar a Europa gas procedente del Mediterráneo oriental y Turquía es el principal país de tránsito para una cadena de oleoductos llamada el Corredor del Gas del Sur desde el Mar Caspio hasta Italia, promovida por Europa y Estados Unidos como opción no rusa. Ankara está ansiosa por aprovechar estas oportunidades, sobre todo porque quiere reducir su dependencia energética de Rusia, de la que obtiene más del 50% de su oferta de gas.
Conclusiones:
El nuevo presidente de EE.UU. tendrá un complejo tablero de ajedrez con el que lidiar. Cualquiera de los candidatos tendrá una política energética internacional agresiva llena de dificultades. Sus diferencias se centran en el empleo y la regulación ambiental más que en la diplomacia. Donald Trump enfatiza el aumento de las restricciones que suponen los acuerdos internacionales y volver a reactivar la industria del carbón, mientras que Clinton se centra en las energías renovables. Pero quienquiera que gane necesitará jugar un juego estratégico a largo plazo para dar forma al futuro del mapa global de la energía.
El Cambio Climático es sin duda el problema energético mundial más importante que puede verse afectado por el resultado de elecciones estadounidenses. Mientras que es probable que una administración Clinton persiga políticas más sólidas, Trump será menos propenso a hacer esfuerzos domésticos e internacionales en la lucha contra el cambio climático. Cuatro años de progreso mediocre en este frente de uno de los principales emisores del mundo podrían obstaculizar significativamente, si no descarrilar, los esfuerzos globales.
Alejandro de Roca | Operations Director
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